'La relevancia de cuidar'

Escrito por Aurora García. Psicóloga general sanitaria infanto-juvenil. 2 de mayo de 2020, sábado.

Hace tiempo reflexionaba con una buena amiga sobre la diferencia que hay entre proteger y cuidar. Ambas funciones son necesarias en la sociedad, nos permiten abastecer dos necesidades fundamentales, la seguridad y la conservación de la integridad.

Observamos la diferencia que el trato social otorga a las profesiones que encarnan ambas labores. Galones, celebraciones y numerosas distinciones merecidas por aquellos que protegen, contrastan con cierto trato de infravaloración, indiferencia e incluso desprecio que pueden llegar a recibir algunas personas que cuidan de otros seres humanos.

No me atrevo a sugerir que la muestra de agradecimiento deba ser la misma; pero cuanto menos, afirmo que los/as cuidadores/as merecen más de lo que la sociedad les devuelve.

Estos días ha quedado clara la importantísima labor de médicos y especialistas sanitarios. Al fin, la sociedad aprecia de forma clara y directa lo imprescindible de la función que desarrollan. Pero éste es un conjunto de profesionales bien considerado... ¿a quién no le enorgullece tener un médico en la familia? Demos gracias a que estos cuidadores disfrutan de reconocimiento social.

Qué sucede, sin embargo, con el enorme engranaje que compone el resto del sistema de cuidado, enfermería, auxiliares, celadores, limpieza… miles de personas que aseguran cada día el bienestar, el seguimiento cercano y la higiene personal de sus pacientes; qué sucede con los trabajadores que atienden diariamente el cuidado de aquellas personas que por su situación física o mental no pueden hacerlo, de las personas que dedican sus esfuerzos a acompañar a nuestros mayores en sus últimos días de vida abasteciendo sus necesidades básicas, escuchándoles y haciéndoles sentir que importan. Qué sucede con las personas que aseguran cotidianamente la higiene y seguridad sanitaria de espacios tan variados como escuelas, centros comerciales, calles u hogares.

‘Limpia tu habitación o se llenará de bichos y enfermarás’ me decía mi padre. Hoy más que nunca con todo lo que está sucediendo, entendemos con mayor lucidez lo importante que es la higiene para nuestro cuidado y también para nuestra protección.

Hay personas que dedican su vida al cuidado de sus seres queridos, primero los hermanos, después los hijos, más tarde los abuelos, posteriormente sus padres... Durante mucho tiempo las hijas mayores, quedaban en la casa familiar para cuidar de sus ancianos o de aquellas personas que fueran dependientes, desoyéndose su vocación personal sin obtener ningún tipo de reconocimiento. Tal vez, la indiferencia ante el sacrificio de estas mujeres, esté relacionada con la infravaloración de las labores que he mencionado.

Soy consciente de que no son los únicos trabajos socialmente olvidados, estos días mantengo en mi mente a agricultores y ganaderos, pescadores, transportistas, obreros, técnicos, periodistas, tenderos y demás profesionales que mantienen nuestras constantes vitales en marcha, y que días antes de que todo esto empezara no eran considerados por la mayoría de la población.

Tal vez necesitemos valorar las profesiones por los efectos que éstas causan en nuestras vidas y no por el prestigio social que se ha asociado a las mismas. Como digo a mis ‘estudiantes’ todas las profesiones tienen su ciencia, todas requieren de conocimientos, esfuerzo y humildad para ser bien realizadas.

Permíteme, querido lector, que hoy destaque mi reconocimiento hacia ‘cuidadores y cuidadoras’, porque con ellos vivimos en una sociedad más humana.

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