No se puede huir de uno mismo

Escrito por Andrés Hernández Martínez. 18 de marzo de 2017, sábado..

Decía Honore de Balzac que la mediocridad no se debería imitar, y sinceramente creo que los ataques populistas mediáticos son mediocres hasta doler y una esencia intima del populismo más chabacano, inculto y anodino, un populismo establecido en la radicalizada izquierda por antonomasia, frustrada y anárquica por ruin, que no han superado hoy el fracaso devastador de sus ególatras, tiránicos, autoritarios y dictatoriales poderes en el pasado, radicalismo de izquierdas que asume lo más vil del ser humano y hacen de las redes sociales un anónimo caldo de fracasada venganza, y les siguen, y les copian y se aborregan, a la que se suman algunos semi conservadores neoliberales de pacotilla con aires independentistas, ya sean autonómicos  o locales, y los hay tan chabacanos y ordinarios que hacen daño a la vista, hagan un ejercicio de pensamiento, los que puedan y sepan pensar.

 

No tengo dudas de que esta última sentencia es quizás hasta ofensiva para eruditos, pero no es más que el nexo para describir la herrumbre social y pedagógica a la que nos han volcado los intereses partidistas comerciales políticos y no tan comerciales, quizás gubernamentales, escondidos y agazapados tras la penumbra de la duda incrédula. Hoy, el dominio de las redes hace de situaciones de precariedad social, en claros estadillos de demagogia insustancial, un semanario de acontecimientos de masa dirigidos y estudiados, se puede maniobrar la conducta social de personas sin pasado, sin presente y con futuro interesado, se pueden tergiversar los resultados previstos engañando, decía el general alemán antinazi von Tresckow que para los idiotas las ordenes son leyes, y encima éstos nos intentan convencer, pero se olvidan los dirigentes de la demagogia que, en todas direcciones puede fluir la corriente de la banalidad y así, además de convocar altercados en universidades por quedada general, además de confluir en manifestaciones interesadas, también se pueden descolocar y arruinar pretendidos estrenos cinematográficos y multiplicar por mil las audiencias interesadas como la Santa Misa y otros. ¿De quién es el poder?

 

Los populistas de fortuna creen dominar a las masas, pues es inherente al ego grandilocuente que los suscribe creerse por encima del bien y del mal, pero cuando la sociedad cabal se pone en marcha, es como la marabunta, destroza partidos y envía a los personajillos de farándula al olvido más profundo, eso sí, con los votos, las urnas y la educación y el respeto, algo que en los tambalillos populistas no existe, más que el discurso fácil, grácil e inane, vacío a todas luces, tiene estos mediocres imitadores, y al final la mediocridad es una enfermad que llena de presuntuosa vulgaridad.

 

Hay muchos tontos de capirote en esta Cuaresma que visten de morado y precisamente no son de cofradías pasionarias. Hay abrazafarolas de naranja que vagan sin rumbo y sin palabra. Hay “correpasillos” perdidos de rojo y de carmesí que se apuntan al tren de fortuna, sin ideario y sin horizonte, chaqueteros. Hay penitentes de azul a los que las sombras de la corrupción hacen más vulgares, si cabe. Los empleos precarios, las pensiones sin rentabilidad y estos idiotas debatiendo por el rabo de los perros y facilitando el sometimiento de los puertos y transportes a las pandillas de siempre y, además, amparados por los libertadores de la igualdad, por los de la nueva política, pero con la misma casta mugrienta. Y son felices… “Existen dos maneras de ser feliz en esta vida, una es hacerse el idiota y la otra, serlo” Freud. Y yo no veo… No se puede huir de uno mismo, la mezquindad siempre te persigue.

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