De bien nacidos...

Escrito por José Luis Sánchez. 6 de marzo de 2017, lunes..

Disfrutamos en Cartagena del cementerio más bello de la Comunidad Autónoma. Después de muchos avatares y unos cuantos cementerios, tanto urbanos como extramuros, un grupo de ciudadanos decide ayudar al Ayuntamiento a construir un cementerio. El primer cementerio municipal de la Región. Esto fue en 1866, y dos años después se inauguró el camposanto de Nuestra Señora de los Remedios.

 

Diecisiete años hacía que había nacido en el callejón de Zorrilla “el profundo Isaac” en su corta vida y como es sabido por todos construyó el primer submarino de la Historia que fue botado en 1888 y desguazado apenas dos años después.

 

El 24 de mayo 1895 muere en Berlín tras una operación cerebral, Isaac Peral y Caballero, que fue enterrado en el cementerio de La Almudena de Madrid el día 29, tras haber sido rechazada la idea de ser trasladados sus restos al Panteón de Marinos Ilustres de Cádiz. En 1910 con el apoyo de la familia Peral comienzan las gestiones para traer sus restos mortales a Cartagena.

 

El 29 de abril de 1911 se trasladan los restos mortales de Peral desde el cementerio de la Almudena de Madrid a Cartagena con la intención de ser inhumado en un futuro panteón frente a la base de submarinos. Los restos del insigne marino al final acabaron en tierra en el cementerio de Los Remedios.

 

Al acabar la Gran Guerra, quizás tras la visita del Almirante  Mercader al cementerio para rendir tributo a su amigo, se puso en marcha una cuestación popular para levantar un monumento, sin embargo los tiempos no debieron de ser muy buenos y el proyecto durmió el sueño de los justos.

 

En 12 mayo de 1925 el teniente de navío Ernesto Caballero, agregado de la embajada del Perú, en compañía del Capitán General, deposita una corona de flores en la tumba. Poco después en el mes de mayo y con ocasión del homenaje que se le va a rendir al comandante Villamartín, se acuerda en el Ayuntamiento la construcción de un panteón de cartageneros ilustres, donde reposarían juntos las cenizas de Villamartín, Prefumo, Monroy y Peral.

 

Pero es a finales de mayo de  1926, cuando al mando del comodoro Pentrel, la escuadra alemana atraca en Cartagena, y los germanos “insisten” en rendir tributo ante la tumba de Peral, cuando a toda prisa se adecentó la olvidada sepultura, consiguiendo engañar y ocultar nuestra vergüenza a los germanos, pero no a la conciencia del pueblo con su alcalde Alfonso Torres a la cabeza.

 

Año y medio después, el día de Todos los Santos de 1927, se trasladan los restos de Peral al panteón de cartageneros ilustres con asistencia de sus hijos, autoridades militares y civiles, los Scouts , una representación de marinos argentinos y el capitán general Aznar en representación de La Corona.

 

A partir de ahí se suceden los homenajes de las marinas de todo el mundo ante el definitivo monumento funerario, que se había erigido en un lugar en alto y reservado del Cementerio de Nuestra Señora de los Remedios.

 

Aunque el más recordado de estos homenajes fue el que en julio de 1929 realizó un viejo conocido de Cartagena, el héroe de la Primera Guerra Mundial, el comandante alemán Von Arnauld, quien al mando del U-35 batió el record de barcos y toneladas hundidas hasta la fecha de hoy, y que en esta ocasión atracó en nuestro puerto al mando del crucero Emden.

 

Sin embargo nunca se llegó a continuar con la obra de ese “Panteón de cartageneros ilustres” en el que la memoria de Isaac Peral habita en solitario.

 

Cartagena es una ciudad con un patrimonio ingente en cuanto a edificios y paisaje se refiere, pero también tiene un vasto patrimonio inmaterial al que lejos de renunciar a él, debemos de rescatar; su historia. Y no son los tres mil años de historia conocida, sino las personas que la escribieron las que la hicieron grande. Muchos de ellos son recordados en nuestro callejero, aunque los hay que duermen el sueño de los justos y han quedado en el más absoluto anonimato. Y de eso se trata, de dar aunque solo sea un mínimo reconocimiento a tantos hijos ilustres de esta ciudad en un lugar allí donde su memoria debe seguir viva.

 

DAPHNE propone recuperar la memoria de todos estos grandes hombres y darle a sus nombres que no a sus restos, un justo homenaje en donde descanse su memoria.

 

Para ello proponemos que el mausoleo donde yacen los restos del insigne inventor y marino Isaac Peral sea declarado como panteón de cartageneros ilustres, propósito con el que al parecer fue construido.

 

Se trata de adecentar su pavimento, hoy de tierra y que durante el año se llena de malas hierbas que son limpiadas cada mes de noviembre. Además habría que construir un muro a la espalda del mausoleo de Peral que sirva de soporte para colocar en él lápidas de mármol con el nombre, fechas y una pequeña semblanza de personas que hayan destacado en nuestra historia.

 

Hay personas que están enterradas en otros lugares, hay las que no se sabe dónde están sus restos, pero juntar su recuerdo en el sitio más noble del cementerio de Nuestra Señora de los Remedios debe ser lo mínimo que podemos hacer para agradecer lo que personajes como los que detallo han hecho por Cartagena.

 

Esta lista que sugerimos  ni es completa, ni todos han de estar en este monumento colectivo, quizá un comité de experto deban decidir quienes deban acceder a tal honor.

 

Maestro Álvarez .Compositor de Suspiros de España. Pedro Beltrán, actor. Víctor Beltrí, arquitecto. Antonio Bonmatí, médico en el Cantón. Francisco de Borja y Poyo, marino. Luis Calandre, médico. Carmen Conde, poeta. José Capuz, escultor. Ricardo Codorniu, ingeniero. Conde de Romanones, político. Antonio Escaño, marino y político. Luis Fajardo, militar. Juan Fernández, marino. Fray Pedro Gallego, primer obispo de la actual  diócesis. Francisco García Roldán, soldado fundador Hospital de Caridad. Blanca Roldán, arqueóloga.  Alfonso Torrez, político. Manuel Cárceles, político…

 

Nuestra memoria no se puede enterrar, aunque para ello haga falta ir al cementerio a redescubrirla.

 

 

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