PERIÓDICO DE SUCESOS, TRIBUNALES y TRÁFICO DE LAS COMARCAS DEL CAMPO DE CARTAGENA Y DEL MAR MENOR                                                                         booked.net

¡Los Canales!, ejemplo de gestión

En mayo de 1945 llegaban los primeros caudales del río Taibilla a Cartagena, algo que empezó a gestarse a groso modo en el siglo XVI y ya siglos más tarde, basándose en las confluencias de los ríos Castril y Guardal y derivando caudales hacia Murcia, Cartagena y Lorca comenzó a tener un conato de entidad física. Era monstruoso a la vez que necesario el proyecto dando al traste tan colosal empresa en innumerable ocasiones a lo largo de cuatro siglos. Pocas personas serian conscientes entonces de la importancia de ese año del 45 para Cartagena y su comarca, el nacimiento de la gestión de las aguas potables en el término municipal.

Fue en 1913 cuando se inician los estudios y proyectos que concluirían con la fundación de la Mancomunidad de los Canales del Taibilla. Lo pausado de la época y el escueto, por no decir negativo desarrollo del momento llegaron a retrasar claramente esa creación al año 1927 con la publicación del Decreto Ley en 4 de Octubre, día de San Francisco de Asís bajo la firmeza y el apostolado del Alcalde Alfonso Torres. Tras los varapalos de la crisis de los treinta y la cruenta guerra civil, es a finales de 1939 cuando se desarrolla la fase terminal y real del proyecto que culmina felizmente en 1945, un 16 de mayo donde se reciben las primeras aguas del Taibilla en Nerpio. Fue el inicio de un matrimonio de la Mancomunidad y la sociedad cartagenera que dura hasta nuestros días.

El lugar donde surgió el parque de recreos y sus aledaños tenía el nombre de Las Tentegorras, nombre de una exigua población cartagenera y se sitúa en cuatro hectáreas, además de los depósitos de agua que contenían cuatro cámaras de 2,4 hectáreas cada una sitas en la propia ladera, sumando una capacidad individual de 43.000 metros cúbicos. Y así, excavando y socavando se dio forma al Parque de los Canales del Taibilla, en el paraje de Tentegorra, se hizo con la tierra de excavar los depósitos antes mencionados rellenándose la ladera norte. La obra y el propio diseño del parque fueron de De la Cerda. Despacio pero sin pausa tomó cuerpo en 1947, y por fin se culminó en 1952 bajo la estela del desarrollo de la Mancomunidad.

El Parque de Tentegorra es el pulmón verde de Cartagena o Los Canales, como es más conocido que desde 1977 lleva el nombre de su precursor y creador, Rafael de la Cerda y de las Bárcenas. Ha sido y es cobijo del cartagenero y sus visitantes, todos los ciudadanos y ciudadanas que han pasado por la ciudad departamental han disfrutado en alguna ocasión de sus encantos, ir a “Los Canales el día de la mona” es un clásico en la ciudad, aprovechar sus instalaciones en verano es un desahogo para los menos privilegiados que el trabajo o su condición le exigen pasar la canícula en la ciudad, llevar a los más pequeños a disfrutar del soleado día es un atractivo innegable, celebrar los finales de curso en sosegada camaradería era y es una obligación tácita, y por qué no, antesala y cobijo de pasiones desmedidas en los albores de la juventud, promiscua por naturaleza, a la llegada de la cálida nocturnidad…, Los Canales, un símbolo para la ciudad.

Fue una gestión impecable entonces, hasta hace escasas fechas era un lugar privado pero todos los cartageneros accedíamos, fue posiblemente la primera instalación importante de ocio en la ciudad con piscinas y campos deportivos, con espacios abiertos de ocio que permitían la homogeneidad familiar, una gestión de sobresaliente, pero la vida pasa, y la cúspide de la ruta del colesterol cartagenero, donde cientos de peregrinos de la intolerante grasa arterial junto con los deportistas de postín, necesitaba un refresco, necesitaba renovarse tanto físicamente como económicamente y más en los austeros tiempos que nos concurren, era evitado su desarrollo y como muchas cosas en este país, la solución de fortuna era ignorarlo y aparcarlo en proyectos, tampoco las leyes favorecían su desarrollo más allá de los comentarios de despacho, pero la innovación y la gestión ha dado sus frutos, otro ingeniero, y éste natural de la trimilenaria, oriundo de sus más profundas y vetustas calles, conocedor de sus más añejas tradiciones y sobretodo, participe de la importancia que este parque, que este espacio tiene para la ciudad y continuando la senda de la buena gestión, ha decidido embarcarse en una tarea ardua y entrañable a la vez, dar nueva entidad al espacio natural y abrirlo a Cartagena sin trabas ni favores, y así, nace una nueva etapa en este tradicional lugar cartagenero, una etapa en el perfeccionamiento de lo evolucionado de De la Cerrda y el perfeccionamiento de la progresiva gestión en tiempos difíciles de Martínez Francés, de ingeniero a ingeniero, de director a director, de innovador a reformador.

El parque ha comenzado su renovación, ya hoy se puede disfrutar en una zona de más de 3000 metros cuadrados de columpios adaptados las normas de seguridad más exigentes, olvidando aquellos vestigios de hierros recién pintados que adornaban el área.

Un área familiar que acoge a las familias cartageneras y a sus vástagos y que ofrece en fin de semana entretenimientos variopintos para las delicias de los más pequeños. El clásico merendero se remoza y amplía. Igual que la adaptación a las modas y las nuevas disciplinas socio deportivas como es la reubicación de las tan demandadas pistas de pádel junto a las clásicas de Tenis, futbol y multideportivas.

Otro atractivo es el inexistente problema del aparcamiento, ya son 6000 plazas las habilitadas que convergen con la necesidad cartagenera de aparcar casi en los recintos. Pero todo va más lejos, la voluntad es infinita y los resultados proporcionales, nace el desarrollo a un año vista del Parque Aventura, donde el medioambiente y la audacia entran en cálida conexión, las antiguas zonas arboladas cobijan un conjunto de estructuras armonizadas que desarrollan divertimentos tan intrépidos como las tirolinas, puentes altos y lianas y todo en armónica confraternización con el medio natural. Así mismo el juego de moda “Paint ball” se instaura pero sin pintura y en perfecto maridaje con las improntas tecnológicas se sustituye por láser.

Para un futuro cercano, a dos años vista, está previsto culminar el proyecto, las áreas de verano se adaptarán a piscinas tipo parque acuático, adosadas a grandes toboganes, un gran campo de futbol de césped reinará en el área, que quizás sea usado por algún equipo de importancia nacional. Una piscina climatizada que completará la oferta deportiva y social para los periodos invernales, y lo que para este columnista es una gran metáfora del ingenio y la innovación, la creación de un albergue juvenil que sirva de escala a muchos jóvenes del extrarradio local.

Merecía esta gestión y este proyecto un espacio de reconocimiento y sobre todo conocer que en estas fechas, no todo es crítica y crisis, también hay ventanas a la esperanza de las buenas gestiones.

Decía Ralph Waldo Emerson, escritor, filósofo y poeta que “El éxito consiste en obtener lo que se desea. La felicidad, en disfrutar lo que se obtiene”.

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