PERIÓDICO DE SUCESOS, TRIBUNALES y TRÁFICO DE LAS COMARCAS DEL CAMPO DE CARTAGENA Y DEL MAR MENOR                                                                         booked.net

Historias de Alumbres (XV): Los accidentes más trágicos en Garrabino

La fábrica de Explosivos de Garrabino tiene sus inicios en marzo de 1890 cuando el Ayuntamiento de Cartagena autoriza a Miguel Zapata y Ricardo W. Barrington a instalar su fábrica de Ruborita en el Coto Garrabino de la Diputación de Alumbres, y a finales de 1893 estos mismos empresarios informaban de haber traspasado la propiedad a Eugenio Juan Barbier, que al parecer había descubierto una forma más barata para fabricar la Ruborita.

Sin embargo, es el 23 de diciembre de 1895, cuando se inaugura la Sociedad Franco- Española de Explosivos y Productos Químicos con Camilo Calamari como director de la factoría y Eugenio Juan Barbier ya de presidente de ésta en París.

Durante poco más de un siglo, esta fábrica fue el lugar de donde muchas familias de Alumbres obtuvieron sus ingresos para vivir, pues la mayor parte de hombres y mujeres que trabajaron en ella eran vecinos del pueblo, pero además de alimentar a los suyos, en varias ocasiones tuvieron que verter lágrimas de dolor y angustia por los trágicos accidentes, a veces de muerte, de uno o más miembros de la familia. La fábrica de Explosivos de Garrabino dejó de fabricar Nagolita en 1997 y cerró sus puertas.

Alarma y protesta el día 7 y 8 de agosto de 1901. La noticia no aclara del todo lo que pasó pero por lo visto hubo algún escape de ácido que generó una nube de gases y alarmó a trabajadores y ciudadanos, de tal manera que la noticia de que se había incendiado la fábrica corrió como la pólvora hasta la misma ciudad portuaria, y al día siguiente una marcha pacífica de unos 400 alumbreños se presentaron en el Ayuntamiento de Cartagena exigiendo el cierre de la factoría, a lo que el alcalde Sr. Ángel Bruna respondió que no estaba en su mano cumplir con aquella petición y que en todo caso se tenía que hacer por escrito, por lo que los vecinos se comprometieron a realizar la petición tal y como se les indicó y volvieron pacíficamente a su lugar de origen.

El día 30 de marzo de 1926, a poco más de la una de la tarde, se producía una tremenda explosión en la fábrica de Unión Española de Explosivos de Alumbres (Garrabino) que se pudo escuchar en toda la sierra minera.

Al lugar de la explosión se personaron numerosos alumbreños, hombres, mujeres y niños ofreciendo su colaboración en lo que pudiera hacer falta (aunque no pudieron pasar al recinto de la fábrica por estar prohibido) entre los que se encontraba el médico del pueblo, que de inmediato se dedicó a auxiliar en lo posible a las víctimas del trágico accidente.

También hay que destacar la benéfica labor de la Cruz Roja de La Unión, El Llano del Beal y Cartagena que pronto se pusieron en camino hacia Garrabino y antes de media hora ya estaban allí rescatando de los escombros a las víctimas, asistiendo a los heridos, y trasladándolos al hospital de la Caridad de La Unión.

El efecto de la explosión era impresionante, donde estaba el taller de lavado de nitroglicerina sólo había un tremendo socavón humeante y entre los escombros algunas víctimas. La onda expansiva también acabó con todos los cristales de la fábrica y con las cubiertas de los demás edificios.

En este accidente murieron 9 trabajadores y resultaron heridos 6 hombres y 5 mujeres.

Las víctimas mortales del fatal accidente fueron: Emilio Grossi; José Aranda Hernández; José Palazón Nicolás; José Legal; Juan Hernández (hijo); Pedro Fuentes; José Conesa Pedreño; Pedro García Conesa y Juan Martínez. Consecuencia de este desgraciado accidente fue la fundación de la Cruz Roja de Alumbres el día 7 de
noviembre de ese mismo año.

El 6 de julio de 1943 una tremenda explosión procedente de la fábrica de Garrabino volvió a estremecer a la población alumbreña, cuyo resultado fue la muerte de Elías Torres Martínez y herido leve Pedro Caparrós Galindo. Según la escueta noticia que la prensa le dedicó, al lugar acudieron las autoridades y el Juzgado de Instrucción de La Unión.

 

En 1947 sucedieron dos accidentes graves.
El 4 de marzo explotó una estufa en el laboratorio y Antonio Caparrós Morenilla de 14 años que estaba trabajando allí sufrió herida contusa con fractura del maxilar superior teniendo que ingresar en el Hospital de la Cruz Roja. El rostro le quedó marcado para siempre.                                                             

El 15 de octubre a primeras horas de la tarde, al poner un clavo en un tamiz de nitroglicerina se produjo una explosión alcanzando a José Cabezos García de 53 años, viudo, que sufrió múltiples heridas en su cuerpo, y a Avelino Benzal Conesa de 31 años, casado, que padeció la amputación traumática de la mano izquierda y varias heridas más.

A las 4 de la tarde del sábado día 15 de noviembre de 1952, cuando estaba terminando la jornada, varias mujeres trabajaban en el pabellón nº 6 dedicado a la fabricación de cartuchería para la industria minera, y de pronto se produjo una tremenda explosión que según se dijo se escuchó en la misma Cartagena.

En aquel horrible accidente cinco mujeres perdieron la vida: Josefa Ros Ros, Josefa Boscada García, las hermanas Josefa y María Sánchez Avilés, y Ana Rodríguez Rojo.

Según la prensa los heridos fueron más de 30 personas, y los que se mencionan son: Josefa Avilés Martínez (madre de las fallecidas Josefa y María Sánchez Avilés); Eulalia Pérez Corbí; Ginesa Rabal Valverde; Juana Ros Gómez; Pascuala Valero Hernández; Aurelia Soto García; Juana Barcelona López; Fulgencia Egea Valero; Ana López Valero; Josefa Meca Martínez; Rafael Saldaña Bea y Marcos Barcelona Ojados.

Al siniestro acudieron los equipos de emergencia de la Refinería de Petróleos,  los de la Unión Española de Explosivos, y la Cruz Roja, además de algunas autoridades de Cartagena, y como siempre que ocurría alguna desgracia, también se acercaron allí todos los vecinos del pueblo que se encontraban en casa, a ver en qué podían prestar auxilio, y a consolar en lo posible a los familiares de las víctimas.

Otro triste día, el 23 de abril de 1962, algo después de las dos y media de la tarde, se escuchó una terrible explosión, la gente del pueblo alarmada salió a la calle, y al ver la columna de humo y polvo procedente de Garrabino, todos los alumbreños, una vez más, salieron corriendo hacia las puertas de la fábrica a interesarse por lo sucedido, pues acababa de explotar la unidad de nitroglicerina, en cuyo accidente murieron Carmelo Aranda Vidal  de 70 años, viudo, y Elías García Martínez de 29 años, que dejaba una niña de 4 años y a su esposa Juana Hernández Jiménez, embarazada de 4 meses de su segunda hija.                                                                         

En ese puesto de trabajo, que desapareció por completo, solían haber 4 empleados, pero en el momento de la explosión se encontraban las dos víctimas mencionadas, cuyos cuerpos quedaron totalmente destrozados, y al lugar del suceso acudieron la Guardia Civil de La Unión, el jefe de la Policía Municipal, los Bomberos de Cartagena y La Cruz Roja.

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