Mi padre, mi historia

Escrito por Sergio García. 29 de enero de 2017, domingo..

Mi padre trabajó como funcionario de prisiones más de 30 años en la prisión de San Antón. Cuando yo era niño me contaba historias, como cuando charlaba durante horas con presos políticos, me contaba que eran mucho más cultos que él y le gustaba empaparse de sus ideas transgresoras, y de la esperanza de una España libre, y la ilusión con la que vivieron el decreto de amnistía general de 1977, o de cuando, junto con unos pocos valientes, se atrevieron a fundar en la clandestinidad el primer sindicato de prisiones, mientras me enseñaba orgulloso su carnet con el Nº 5, o el miedo que tuvo el 23F, cuando le hicieron doblar turno, porque si triunfaba el golpe de estado iban a encarcelar a muchísima gente.

 

Historias sobre El Lute o El Vaquilla, ilustre preso al que le gustaba pintar cuadros de paisajes, alguno de los cuales dedicado a mi madre que aún hoy conserva.

 

Me vienen tantos recuerdos de sus historias, que él ya no puede compartir con nadie y son parte de mi legado el poder compartirlas con vosotros, lo que fue la prisión de San Antón para tantas y tantas personas que la vivieron desde dentro, y que no es menos historia de la ciudad de Cartagena que sus fachadas con balcones.

 

La última vez que tuve el placer de visitarla por dentro fue en el 2010 para asistir a la magnifica exposición de arte europeo contemporáneo que organizó Manifiesta 8, que dejó claro que es un lugar idóneo para este tipo de iniciativas, como lo están siendo antiguas cárceles de toda Europa por su singularidad arquitectónica y su significado social y emocional. No quiero ver la prisión de San Antón convertida en un parking privado. Quiero, en un futuro, tener la oportunidad de poder pasar con mi hijo de la mano y poder decirle: 'Mira hijo, en este lugar tu abuelo Matías hizo cosas importantes.'

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