'Las oportunidades de 75 días de confinamiento'

Escrito por BUZÓN DE LOS LECTORES. 30 de mayo de 2020, sábado.

Soy una de esas miles de personas atrapadas en el aislamiento más absoluto en España desde aquel viernes 13 de marzo por el coronavirus. Mi vida se congeló de alguna manera aquel día y, de momento, aquí seguimos, desde hace unas semanas con ciertos permisos para salir a pasear, a hacer ejercicio, para ver a algún familiar o para acudir a misa, pero semicongelados aún. La normalidad se fue y quién sabe cuándo volverá. Lo que era cotidiano ahora es solo un recuerdo.

Soy mujer, católica, madre de familia numerosa y tengo entre 50 y la muerte, como dice alguno de mis hijos.

Cuando todo esto empezó, por las noticias que llegaban de China e Italia, intuí que no iba a ser cosa de unos días, sino de algunas semanas. Tras la primera semana encerrada aprendí algo importante: este es un momento histórico.

Los cristianos no creemos en la casualidad, sabemos que todo pasa por algo, así que estos días de encierro serían por algo, traerían una oportunidad única para mi familia. Única porque todos estamos acostumbrados a vivir con ciertas comodidades y, de repente, un parón así y un encierro con toda la familia ponen a prueba a cualquiera y supone un reto para todos.

No sé si todo el mundo se ha parado a pensar, pero yo sí, he hecho un repaso a todas las oportunidades que me está dando este aislamiento que dura ya 75 días.
- Oportunidad para aprender cocina, no solo yo, sino también mis hijos. Yo he aprendido a hacer pan casero y mis hijos hacen tartas, bizcochos, empanadas, crepes, etc.
- Oportunidad para la fraternidad entre mis hijos. Se ayudan en las tareas de la casa y en los deberes del cole, pero, además, cuando uno está de bajón hay otro que le sube el ánimo. Antes solo coincidíamos todos en casa en las fechas de vacaciones, así que ahora es tiempo para aprender a tolerar y perdonar los roces que, por otra parte, son inevitables.
- Oportunidad para priorizar las tareas. Me encantaría tener la casa sin enredos, hacer una limpieza general…pero no es el momento. Aceptarlo
me ha costado, pero no vale la pena ponerse histérica y frustrarse por este motivo.
- Oportunidad para aprender sobre la tolerancia. Los que nos rodean, ya sean hijos, amigos o conocidos, no ven la situación social y política igual que yo, pero este tiempo es ideal para que todos aprendamos a aceptar que ninguno tenemos la verdad absoluta.
- Y, por último, oportunidad para descubrir la cantidad de gente buena, solidaria y desprendida que vive a nuestro alrededor, en nuestra ciudad alucinante, como dice Juanjo Carrillo.  

Gente como Juanjo, que gasta y desgasta todo lo suyo en beneficio de todo el pueblo y al que los católicos le debemos agradecer las transmisiones de las misas en tiempos de confinamiento severo.

O como Marilola, que desde el principio ha hecho todo lo posible por abastecer de batas, mascarillas, manguitos y todo lo necesario a la gente que trabaja en primera línea contra el coronavirus. Ella ha montado una empresa de familiares y voluntarios a los que ha contagiado su entusiasmo por ayudar.

O como Antonio Gómez, que se ha empapado cada día de todas las noticias para, una vez llegada la noche, hacernos un resumen exhaustivo y veraz de lo que había acontecido cada jornada, incluyendo los datos de la evolución de la Covid-19 tanto en nuestra región como en España, y todo sin ánimo de lucro. O los componentes de Protección Civil que acompañan a Víctor, personas que se están dejando la piel desde el minuto uno para ayudar e informar en cualquier ámbito en el que se les necesite. Y tanta gente que de manera anónima habrá estado ayudando y estará ayudando.

Todo este tiempo no ha sido en vano, ha sido provechoso, me ha ayudado a crecer como persona y me ha enseñado a valorar lo que de verdad importa y a los que merecen mi respeto y admiración. Gracias a todos. 


Carta abierta enviada por una lectora de La Unión de Hoy que se ha identificado perfectamente pero que prefiere mantener el anonimato en la firma del artículo.

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