'Un perro, una bolsa, una botella'

Escrito por Carlos León Roch. Médico colegiado. 18 de junio de 2020, jueves.

Dentro de la terrible plaga vírica que estamos padeciendo persiste otra plaga, mucho menos peligrosa, pero más repugnante: la multitud de perros, supuestamente mascotas, que ensucian las calles, oxidan y ennegrecen el mobiliario público, las fachadas privadas  y públicas , las ruedas de nuestros vehículos…

Antiguamente habían perros callejeros, sin dueños, que realizaban esas 'fechorías' sin responsable humano a quien reclamar… Pero estaba 'la perrera', un vehículo con funcionarios municipales encargados de retirar  de la vía pública a aquellos inocentes animales..; vehículo profundamente 'odiado' por los icues de entonces…  

Ahora no hay 'perrera', sino innumerables perritos, muchos de ellos de 'aristocráticas razas' que disfrutan de inmejorables cuidados veterinarios y cuidada alimentación… pero que tienen las mismas necesidades de  aquellos  tan perseguidos de la perrera.

Nadie puede poner en duda que la retirada de los excrementos caninos por parte de sus propietarios ha surgido el efecto deseado, tras años de educación ciudadana… y de multas disuasorias. No ocurre lo mismo con otros excrementos, los líquidos…

Miles de farolas degradadas; miles de fachadas privadas o públicas ennegrecidas; monumentos históricos con sus bases apestadas…

Cuando existía la perrera, la presencia de perros en las calles era insignificante, pues ”los callejeros” eran rápidamente retirados… y los “reglamentados” eran muy escasos, apenas portados por invidentes  u otras personas con dificultades físicas…

Ahora los invidentes y las personas con dificultades físicas, mantienen -naturalente- sus perros de compañía y ayuda inestimable. Y deben seguir siendo protegidos por las autoridades locales…Pero los miles de perros “de capricho”, que pueblan nuestras calles, degradándolas, deben sufrir un severo control fiscal y, sobretodo,  sanitarios, obligando a sus propietarios, tano al respeto a la legislación veterinaria;  la escrupulosa  recogida de excrementos sólidos, como a la utilización de los lugares adecuados-incluyendo árboles, para los líquidos; así como neutralizar los orines con productos adecuados (agua y  lejía).

Así, los agentes de la policía local, cuando observen a un perro con su “·protector” deberían asegurares  de contemplar un trío : “Un  perro, una bolsa y una botella neutralizante”.

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