PERIÓDICO DE SUCESOS, TRIBUNALES y TRÁFICO DE LAS COMARCAS DEL CAMPO DE CARTAGENA Y DEL MAR MENOR                                                                         booked.net

Notas para un Annus XXIX

Han concluido las históricas fiestas de Carthagineses y Romanos y es hora de efectuar balance. Desde este periódico, desde el que vivimos los diez días muy de cerca, ponemos una buena puntuación para una edición con variaciones y bastantes anotaciones.

Carthagineses y Romanos 2018 comenzó con un buen dato, el aumento de sus festeros, con una cifra que estaría en torno a los 250, destacando los 43 que se han alistado en Cinco Colinas, una tropa sobre la que parecía tener muy oscuro su futuro y que de pronto resurge con fuerza gracias a esos refuerzos, entre los que hay unas quince personas granadinas, un dato muy llamativo.

En cuanto a los actos, hemos vivido novedades, como el ‘Encendido del fuego’, con nuevo recorrido, a los que han seguido la ‘Fundación de Qart-Hadast’ reducida a un acto (recuperando el antiguo guión de Rosa Juaneda) y con epílogo en el Molinete; el simpático juicio romano, la remozada gran batalla y el regreso del Oráculo al Parque de Torres, además de las novedades en guiones y puestas en escena. Lo mejor para todo esto ha sido la gran respuesta del público. A destacar el éxito del nuevo escenario del Puerto, donde en todas las citas se congregaban unos dos mil espectadores. Genial. También tocaba este año el Circo Romano. Estuvo bien pero no llenó aforo, quizás por coincidencia con el partido del FC Cartagena, porque al celebrarse el último día ya pesa el agotamiento festero, porque… Pienso que no hay que forzar celebrarlo todos los años, salvo que algún día llegue el ansiado coso multiusos. De los desfiles poco se puede decir, pues su brillantez no la discute nadie. Al pasar por el casco histórico no pueden incluir grandes figuras, por problemas de espacio, pero a cambio tiene mucha calidez y la mirada de cientos de extranjeros, que cada año parecen multiplicarse por estas fechas. No olvido el humor del ajedrez de la Vernácula, el encanto de Las Bodas, el drama de Sagunto, los bordesicos senadores… Sin embargo, creo que no se deben dar cabida a más actos pues se correría el riesgo de agotar aún más al festero. Todo sabe mejor en su justa medida.

Los organizadores nos han expresado, a través de sus principales responsables de Federación, Consejo y Senado, su satisfacción por cómo se ha desarrollado el Annus XXIX. Han sido días de ilusiones, trabajo, tensiones, cansancio y todo lo que conlleva unas fiestas de esta envergadura. He escuchado que este año han venido a Carthagineses y Romanos más gente que nunca. Disiento. Ha venido mucha gente, pero tampoco nos pasemos. No hace falta elevar la cifra todos los años para valorar el éxito de una edición.

Hemos observado un nuevo comportamiento en torno al campamento. La gran aldea ha tenido noches con mucha gente y otras casi en familia (el martes, por ejemplo), pero vemos que la sociedad evoluciona sus hábitos. Ha aumentado la presencia de visitantes en las horas de la cena, muchos de los cuales se marcha cuando se activa la música, siendo entonces masivos grupos de jóvenes los que aparecían. Dos ambientes, dos públicos. También ha aumentado la presencia de visitantes (especialmente familias) por las tardes. El mercadillo artesanal del parque Antonio Vallejo sigue enraizado con las Fiestas. Sus calles han estado muy pobladas, pero no creo que sea necesario ampliar sus jornadas de establecimiento y que las cuatro últimas son suficientes, pues es cuando más clientes potenciales llegan. 

Cosas por mejorar. El campamento de día que en su día llegó a tener 25 recintos se ha reducido a 3. La propuesta de bebida más (buena) tapa por dos euros es muy buena y la elogian los que la disfrutan, pero quizás falta más promoción. Tirón de orejas a las casetas que no respetan los horarios de activación de la música discotequera. Sus prisas por empezar antes de hora han molestado a algunos que estaban cenando o manteniendo tertulias y eso no es bueno. Respeto y no estaría mal algún castigo a los que rompen las normas. También merecen la reprimenda los actos de tropas y legiones. Salvo que esté la ‘tele’, no se cumplen los horarios y los visitantes ya ‘pasan’ de acudir expresamente. El espíritu festero para cualquier generación debe salvaguardar esos actos y también juegos como los asaltos. En varias jornadas parecía que se estaban olvidando, pero en las noches de los últimos días volvimos a verlos con asiduidad, lo que nos alegró, pues el campamento siempre tiene que ser diferente a una macrodiscoteca, pues copas se pueden tomar todo el año en muchos lugares, pero no ‘jugar a la historia’.

Gustó mucho que tantos festeros y visitantes se cogieran las manos para balancearse con el ‘Himno de Cartagena’, pero hay que aprenderse bien la letra para el próximo año. Muy pocos vimos que la supieran.

No me olvido el asunto de los incidentes. Se han producido, como era de esperar, especialmente conforme avanzaba la madrugada y casi siempre por el consumo excesivo de alcohol, pero esto no tiene comparación con lo que sucedía hace años. ‘Morralla’, como llaman algunos a los conflictivos, siempre va a existir, pero actualmente la seguridad del campamento es buena y muy buena la rapidez en la actuación policial.

Se podría hablar de más cosas, pero es hora ya de pensar en  la trigésima edición. La ilusión es conseguir unas fiestas aún más grandes, pero dependerá de dos factores, el social y el económico. Me alegró al presidente de Federación de Tropas y Legiones, José Antonio Meca, pedir que cada vez más personas se vistan de época, aunque sea con un túnica hecha en casa. No es necesario apuntarse a tropa o legión alguna y les digo que merece la pena y, a la vez, se ayuda a una iniciativa cultural de la tierra. Aquí añado que los dueños de los locales hosteleros del centro de la ciudad, que tanto bien reciben con estos festejos, deberían dotar de túnicas a sus camareros. Cualquier bar de la periferia lo haría sólo por la una cifra muy inferior de clientes que los que arrastra Carthagineses y Romanos. Respecto al tema económico las miradas apuntan a las administraciones, lo que es lógico pues el apoyo privado es tradicionalmente muy reducido en Cartagena. Son pocas las grandes empresas que no miran hacia otro lado y muchas las pequeñas y medianas para las que la publicidad es un gasto y no una inversión. Con estos condicionantes, cualquier proyecto de alcance público tiene, sin duda, mucho mérito.

Han sido meras opiniones personales sobre el XXIX Carthagineses y Romanos. Para unos serán bienvenidas y para otros tendrá muchos ‘peros’. Lo mismo llevan razón y resulta que todo está ‘ferpecto’.

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